Al contrario del famoso dicho, a Málaga le ocurre la terrible circunstancia de tener cientos de apuestos pretendientes -en forma de empresas-, pero escasa posibilidad de que exista una relación próspera y larga. En otras palabras: no hay sitio para que las grandes empresas se establezcan, creen empleo y nutra a nuestra provincia de riqueza, prosperidad y bienestar.
Es un hecho que vienen pregonando los distintos colectivos empresariales, desde hace años y de que ahora empiezan a hacerse eco algunos medios de comunicación, también como no podía ser menos, Poligononet.
Diario Sur daba buena cuenta de ello en su publicación del pasado 27 de febrero. No hay sitio y, para colmo, los precios de las naves que hay están literalmente disparados.
De nuevo, el mapa de la inundabilidad trazado por la Junta de Andalucía no ayuda en nada a este asunto. Los técnicos tendrán razón, pero, una vez están ahí, las administraciones, junto con los empresarios, deben poner todo su empeño en llevar a cabo las medidas correctoras propuestas una y otra vez por esos mismos técnicos para dar seguridad real y jurídica a los polígonos que se sitúan en el entorno del río Guadalhorce.
Sea por la atrofiada visión de planeamiento y desarrollo económico que han tenido durante lustros nuestros representantes o por las zancadillas técnicas que nos llegan desde Sevilla, Málaga no puede seguir con el freno de mano echado en materia. No, por los miles de puesto de trabajo que ya se podrían haber creado. No, por la riqueza que podría haberse quedado en nuestra tierra y que se ha ido a otra parte.
Manos a la obra.